
¿Te suena esta historia?
Empiezas la semana con una tormenta de ideas brillantes. Te sientes inspirado, motivado, capaz de cambiar tu vida. Haces listas, compras material, empiezas un nuevo proyecto, organizas tu rutina...
Pero al cabo de unos días, esa chispa se apaga. Pierdes la energía, la motivación desaparece, y el plan tan prometedor queda a medias.
Esto no es una casualidad. Es uno de los patrones más comunes en personas con TDAH.
El cerebro con TDAH vive en una montaña rusa de dopamina. A veces entra en hiperfoco, con un flujo de ideas impresionante; otras veces, cae en la desmotivación más profunda. No es flojera. No es falta de compromiso. Es neurodivergencia.
Entonces, ¿cómo se rompe este ciclo?
Aquí van algunas herramientas prácticas:
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Hazlo tan sencillo que sea imposible no hacerlo.
Evita los planes ambiciosos que dependen de tu estado de ánimo. Crea mini-hábitos diarios, realistas y sostenibles. -
Divide tu idea en pequeñas acciones.
En lugar de "quiero escribir un libro", empieza por "escribir 5 líneas cada mañana". -
Apóyate en sistemas, no en la motivación.
Recordatorios visuales, calendarios, alarmas o aplicaciones pueden ayudarte a mantener el rumbo cuando la energía baja. -
Comparte tus metas con alguien.
La rendición de cuentas (aunque sea con una sola persona) puede ser un motor brutal. -
Celebra los avances pequeños.
No esperes a tener el proyecto completo. Celebra cada paso: eso refuerza tu compromiso.
Recuerda:
La motivación viene y va. El truco está en tener un plan que funcione incluso cuando no la tienes. Y si hoy no avanzaste… mañana es otra oportunidad.
Desde dentro de la mente,
@desdedentrodelamente
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